miércoles, 11 de febrero de 2015

Noam Chomsky: ”El lavado de cerebros en libertad es más eficaz que en las dictaduras”

Noam Chomsky – Reflexiones sobre la ofensiva israelí y política internacionalEl escritor Noam Chomski (Estados Unidos) habla de los mecanismos detrás de la comunicación moderna, un instrumento esencial de gobierno en los países democráticos, tan importantes para nuestros gobiernos como la propaganda es a una dictadura.

Empecemos por el asunto de los medios de comunicación. En Francia, en mayo del 2005, con ocasión del referéndum sobre el tratado de la Constitución Europea, la mayor parte de órganos de prensa eran partidarios del ”sí”, y sin embargo 55% de los franceses votaron por el ”no”. Luego, la potencia de manipulación de los medios no parece absoluta. ¿Ese voto de los ciudadanos representaría también un ”no” a los medios?
- El trabajo sobre la manipulación mediática o la manufactura del consentimiento hecho por Edgard Herman y yo no aborda la cuestión de los efectos de los medios en el público [1]. Es un asunto complicado, pero las pocas investigaciones que profundizan en el tema sugieren que, en realidad, la influencia de los medios es más importante en la fracción de la población más educada. La masa de la opinión pública parece menos tributaria del discurso de los medios.
Tomemos, por ejemplo, la eventualidad de una guerra contra Irán: 75% de los norteamericanos estiman que Estados Unidos debería poner fin a sus amenazas militares y privilegiar la búsqueda de un acuerdo por vías diplomáticas. Encuestas llevadas a cabo por institutos occidentales sugieren que la opinión pública iraní y la de Estados Unidos convergen también en algunos aspectos de la cuestión nuclear: la aplastante mayoría de la población de los dos países estima que la zona que se extiende de Israel a Irán debería estar completamente despejada de artefactos de guerra nuclear, comprendidos los que poseen las tropas norteamericanas de la región. Ahora bien, para encontrar este tipo de información en los medios, es necesario buscar mucho tiempo.
En cuanto a los principales partidos políticos de los dos países, ninguno defiende este punto de vista. Si Irán y Estados Unidos fueran auténticas democracias en cuyo interior la mayoría determinara realmente las políticas públicas, el diferendo actual sobre lo nuclear ya estaría sin duda resuelto. Hay otros casos así.
En lo que se refiere, por ejemplo, al presupuesto federal de Estados Unidos, la mayoría de norteamericanos desean una reducción de los gastos militares y un aumento, por el contrario, en los gastos sociales, créditos otorgados a las Naciones Unidas, ayuda económica y humanitaria internacional, y por último, la anulación de las bajas de impuestos decididas por el presidente George W. Bush a favor de los contribuyentes más ricos.
En todos estos asuntos la política de la Casa Blanca es totalmente contraria a los reclamos de la opinión pública. Pero las encuestas que revelan esta oposición pública persistente raramente son publicadas en los medios. Es decir, a los ciudadanos se les tiene no solamente apartados de los centros de decisión política, sino también se les mantiene en la ignorancia del estado real de esta misma opinión pública.
- Cuando se les pregunta a los periodistas, si sufre presiones responden inmediatamente: ”Nadie me ha presionado, yo escribo lo que quiero. ” Es cierto. Solamente, que si tomaran posiciones contrarias a la norma dominante, ya no escribirían sus editoriales. La regla no es absoluta, desde luego; a mí mismo me sucede que me publiquen en la prensa norteamericana, Estados Unidos no es un país totalitario tampoco. Pero cualquiera que no satisfaga ciertas exigencias mínimas no tiene oportunidad alguna de alcanzar el nivel de comentador con casa propia.
El sistema de control de las sociedades democráticas es muy eficaz; instila la línea directriz como el aire que respira. Uno ni se percata, y se imagina a veces estar frente a un debate particularmente vigoroso. En el fondo, es mucho más rendidor que los sistemas totalitarios.
No olvidemos cómo se impone siempre una ideología. Para dominar, la violencia no basta, se necesita una justificación de otra naturaleza. Así, cuando una persona ejerce su poder sobre otra -trátese de un dictador, un colono, un burócrata, un marido o un patrón-, requiere de una ideología que la justifique, siempre la misma: esta dominación se hace ”por el bien” del dominado. En otras palabras, el poder se presenta siempre como altruista, desinteresado, generoso.
Periodista de Le Monde Diplomatique.

martes, 10 de febrero de 2015

Rodrigo Uprimny: ¿En favor de los niños?

Rodrigo Uprimny
Si realmente la adopción por parejas del mismo sexo representara un riesgo para el adoptado, yo me opondría a esa posibilidad pues la adopción existe para que un niño sin hogar logre una familia, y no tanto para que los padres adoptantes puedan tener un hijo. El derecho prevalente es entonces el de los niños a ser adoptados.

Pero en realidad ese riesgo no existe. La evidencia académica demuestra abrumadoramente que las personas criadas por parejas o personas homosexuales tienen el mismo desarrollo psicológico que aquellas criadas por parejas o personas heterosexuales. Así lo han confirmado por medio de “metaestudios”, que son revisiones juiciosas de los estudios existentes, instituciones de alta credibilidad académica, como las asociaciones americanas de psicología, pediatría y sociología. O en Colombia lo han reiterado universidades tan serias como los Andes, la Nacional o la del Valle, el Colegio Colombiano de Psicólogos, o el ICBF. 

El único estudio que plantea un supuesto desajuste psicosocial de los niños criados por padres homosexuales es uno de Mark Regnerus, citado insistentemente por los opositores a la adopción igualitaria. Pero es un estudio aislado, que no rompe el abrumador acuerdo académico en esta materia. Y más importante aún, ese trabajo ha sido severamente criticado por sus sesgos y errores metodológicos. Regnerus no comparó realmente parejas homosexuales estables con parejas heterosexuales estables sino niños criados en hogares homosexuales inestables con hogares heterosexuales estables. Era la estabilidad de los hogares lo que marcaba la diferencia, no que fueran homosexuales o heterosexuales.
Las parejas del mismo sexo plantean entonces los mismos riesgos y beneficios que las parejas heterosexuales en casos de adopción. Si la pareja, sea homosexual o heterosexual, forma un hogar sólido, entonces al adoptado le irá bien. Por el contrario, si la pareja, sea homosexual o heterosexual, forma un hogar inestable y problemático, al adoptado no le irá bien. La solución razonable es entonces que en cada caso concreto, las autoridades encargadas de la adopción analicen cuál pareja ofrece un mejor hogar al adoptado; en algunos casos será la pareja heterosexual y en otros la del mismo sexo.
No hay pues razones para prohibir la adopción por parejas del mismo sexo invocando el interés superior del niño. En realidad, una prohibición así no sólo discrimina a las parejas homosexuales, lo cual ya es grave, sino que además afecta el interés superior de los niños, pues priva de la posibilidad de ser adoptados por parejas homosexuales estables, que les darían un buen hogar, a muchos de los miles de niños que están a la espera de que alguien los adopte, incluidos los más de 5.200 de difícil adopción, que hoy están bajo custodia del ICBF y que ninguna pareja heterosexual ha querido adoptar. Quedan entonces dudas de que quienes se oponen a la adopción igualitaria estén genuinamente preocupados por los niños y niñas sin hogar.